La calima no es un fenómeno que se de mucho por estas tierras, pero de vez en cuando los vientos procedentes del Sahara nos traen polvo en suspensión... junto con temperaturas realmente altas.
Ayer, al atardecer, los rayos del sol ya muy horizontales ayudaron a teñir el cielo de naranja y tener un crepúsculo surealista.
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